Si el propietario de la empresa también se empeña como director, hay dos ventajas claras: [1] los costes de mantenimiento de la empresa se reducen al mínimo, y [2], la estructura de la empresa sigue siendo simple y directa.

Sin embargo, también hay varias desventajas.

[1] El propietario que ejerce como director de su propia empresa offshore debe indicar en su declaración anual de la renta el país donde realmente reside. Esto se debe a que en muchos países con altos impuestos de una empresa extranjera (offshore) puede ser susceptible de suscribirse a la tributación local, si es “dirigida y controlada” en el país, independientemente del hecho de que la propia empresa está registrada en el extranjero. La sede de dirección y control a efectos fiscales se determina generalmente como el lugar donde los directores residen o en algunos casos en los que la gestión se lleva a cabo.

En el nivel más básico, el Director tercero nombrado no participa activamente en los asuntos ordinarios del IBC – simplesmente desempeña su posición. Esto se describe con más precisión por el término “nominee”. En este caso, el cliente (el dueño) participa activa y personalmente en las actividades diarias de la empresa. Para ello, puede ser nombrado como “representante” o “agente” de su propia compañía, a través de una resolución especial o poder notarial. Mediante esta disposición, el propio cliente firmará toda la correspondencia de negocios, documentos contractuales, aumentará las facturas y las cuentas bancarias de la empresa se movinmentarán con su propia firma, como si fuera un director. La participación de consejero nominee, en este caso, seguiría siendo meramente formal, para lo cual se cobraría una pequeña ” tasa”  de responsabilidad fija.

En ciertas situaciones de negocios, una configuración de este tipo puede ser aceptable, sin tener en cuenta el hecho de que la gestión activa por el cliente reduce en gran medida su grado de confidencialidad. Sin embargo, esto también puede dar lugar a cuestiones acerca de la gestión y del control de la empresa no siendo investido en director, pero sí en el representante (el dueño), con las siguientes consecuencias fiscales personales adversas para este último. Por lo tanto, sería necesaria una actuación del nominee más sustancial.

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